
Anécdotas de librera. Un encuentro infantil: «Tengo mi propio dinero y quiero comprarme un libro»
Tiene los puñitos de las manos apretados, la mirada ansiosa y la respiración contenida. Su pequeña carita va de un lado a otro de la mesa, sin pausa. Hola, ¿en qué puedo ayudarte? Pues… es que tengo mi propio dinero y quiero comprarme un libro.
-¿Y qué quieres leer?, le pregunto.
-No lo sé. Ayúdame a elegir, pero tiene que ser un libro de letras pequeñas y sin dibujos. Un libro como los de las personas grandes.
-Vale. ¿Qué tipo de historias te gusta leer?
-Las que dan miedo.
-¿Qué edad tienes?
-Nueve -y sonríe ampliamente-.
Miro alrededor y no veo a ningún adulto cerca de ella, así que le pregunto dónde están sus padres.
-Allí, en la cafetería -y señala un local próximo-.
-¿Qué te parece si les comentas que vas a comprar una historia que dé miedo?
-Me parece bien. Ya vuelvo.
Dos minutos después regresa, corriendo, satisfecha: mi madre dice que sí.
Miramos juntas los libros. Ignora los infantiles, pasa el dedito lentamente sobre varias novelas policiales y de misterio y detiene el gesto sobre un libro que lleva en la cubierta a un dragón. Me interroga con los ojos. Ese va de fantasía épica, como Juego de tronos, le digo. Sonríe a tope y enseguida abre el puño, donde sostiene un monedero minúsculo. Lo abre y empieza a contar el suelto. Le ayudo. Sumamos, pero no alcanza. Entonces vuelve al monedero y saca un billete que estaba en el fondo, doblado al extremo. Lo ofrece sin titubear.
-Mejor, así puedo pagar con el billete grande.
Extiende la manita, toma la bolsa del libro con firmeza, me da las gracias y se aleja hacia la cafetería, con ese trote saltarín propio de las niñas de los cuentos.
Y tú, ¿qué vas a leer hoy?
(Foto: John Evans. Freeimages)